viernes, 16 de septiembre de 2011

Y ya van 4 años...


 Os tocará aguantar la misma batallita cada año por estas fechas y es que la fecha de 16 de Septiembre guarda ya una connotación nostálgica para mí. Tal día como hoy hace ya 4 años partí hacia Irlanda de Erasmus, y algo que comenzó con cierto miedo a lo desconocido se convirtió en una experiencia trascendental ya en mi vida. No soy la misma persona que hace 4 años se fue cargada de maletas e ilusión; volvió una Míriam diferente, viendo la vida de otra forma, afianzada en sus virtudes y tratando de cambiar sus defectos. Me pondría a hablar infinitamente sobre el tema, pero me encuentro hoy sin tiempo para poder escribir tranquilamente, así que permitidme que os deje la entrada que hice el año pasado para mi blog de Irlanda. Leedlo pensando que lo mismo siento ahora que hace un año. En fin, eso es todo. Ahí lo tenéis:

"Three years ago..."
No puedo evitar emocionarme mientras leo aquel primer post que escribí en este blog desde Irlanda, contando todo lo que ocurrió aquel 16 de septiembre de 2007 cuando aterricé en un sitio por aquel entonces desconocido para mí y sintiéndome triste por haber dejado tantas cosas atrás. Hoy hace ya tres años de todo aquello y miro al pasado con nostalgia, con tristeza porque todo aquello acabó, con alegría al recordar los buenos momentos... ¡Fueron tantas cosas! Todas ellas quedan grabadas en mi memoria como imágenes que poder contemplar una y otra vez para sumergirme en el recuerdo. Pero lo más importante de aquel tiempo han sido las personas, gente con la que el tiempo parece que no ha pasado nunca. Pueden haber transcurrido meses e incluso años sin vernos, pero hablamos como si aun siguiéramos allí, como si sólo hubieran pasado minutos o incluso horas desde la última vez que nos vimos. Eso sí es una maravilla. Y es hoy, tres años después, cuando mi mente me pasa esas imágenes como si de diapositivas se tratase y mi corazón añora a esos amigos. 

Era un domingo. Nuestro avión salía por la mañana. Éramos 3 las que salíamos de Alicante: Myriam, Lucía y una servidora. Lucía y yo éramos compañeras y amigas de la universidad. Nos conocíamos un poco más, pero con la otra chica apenas habíamos tratado. Prácticamente éramos unas desconocidas viajando juntas al mismo sitio. El viaje hasta llegar a nuestros nuevos hogares iba a tardar aun bastantes horas, así que empezamos a hablar las 3 para conocernos un poco más. Bastaron unos pocos minutos para darnos cuenta de que íbamos a ser buenas amigas y de que la estancia allí iba a ser un poco más agradable sabiendo que por lo menos podíamos contar con alguien. Y es que era bastante duro dejarlo todo y emprender una nueva vida en un lugar desconocido y en un ambiente completamente nuevo. 

Dos horas y media de vuelo. Por fin habíamos llegado a Irlanda. Recogimos nuestras maletas que, a juzgar por su gran tamaño y su aun más enorme peso, contenían nuestra vida entera y aquello de llevar nuestra casa a cuestas se hizo un tanto eterno, sobretodo para mí, que partí en dos el hierro por el que asía la maleta para moverla con las ruedas y prácticamente desde el aeropuerto fui arrastrándola por el suelo dejándome sudor y lágrimas en ello. 

Una hora para llegar a Dublin en un autobus en el que tuvimos que viajar de pie. 

Una hora esperando en Conolly Station a que saliera el tren a nuestro pueblo, Maynooth. No nos vino del todo mal, pues aprovechamos para comer tranquilamente los bocadillos que traíamos de casa. 

Una hora de tren hasta llegar a nuestro pueblo. Por fin un asiento cómodo donde poder descansar un poco y apaciguar esos nervios que nos acompañaban desde primera hora del día. 

Por fin llegamos a Maynooth, nuestro querido pueblo. Esperad! no contéis aun las horas que duró el trayecto, que aun no he acabado. Todavía nos quedaba llegar al campus universitario y creedme, nos llevó un buen rato hacer un camino que en cualquier otro momento posterior haríamos en 10-15 minutos. En aquel momento ese corto trayecto se nos hizo muy pesado, sobretodo para mí (recordad que iba arrastrando malamente la maleta y mis brazos a esas horas no daban para más). 

Cuarenta y cinco minutos de reloj, que se dice bien pronto, pero qué tortuosos fueron. En tres cuartos de hora ya estábamos recogiendo las llaves para ir a nuestros respectivos apartamentos. Qué ganas tenía de llegar y tumbarme en mi cama, de quitarme las zapatillas, de darme una buena ducha y cambiarme de ropa. Hasta aquí lo he contado todo de forma muy poética, pero agarraos, que viene la parte más surrealista de mi historia. Viene mi batallita, esa historia que recordaré siempre y que no pararé de contar una y otra vez a quien la quiera escuchar. Una historia que poder contar a mis nietos, como se suele decir. Pero antes de comenzarla, he de poneros en situación. Ya podéis contar las horas. 

Vamos a ver, he dicho dos y media del avión, una del bus, una esperando el tren, otra más en el tren y 45 minutos para llegar al campus andando. Eso hacen un total de 6 horas y cuarto! Imaginaos el cansancio que arrastraba (además de la maleta del demonio). Muy bien, ya os podéis hacer una idea de cúanto deseaba meterme en mi cuarto y descansar. Allá voy con mi historia. 

Me acababan de dar la llave de mi apartamento. Me despedí de las chicas y quedamos en vernos un rato más tarde. Foyle 3E. Esa era mi nueva dirección. Entré en el apartamento y busqué la habitación E. Era justo la que había al entrar. Introduje la llave en la cerradura y abrí. Ya había visto unas pocas fotos de las habitaciones en internet, pero la sensación que tuve al ver la que sería mi habitación durante casi 10 meses fue indescriptible. Aquél era MI espacio. Dejé caer la maleta al suelo y demás bártulos que llevaba conmigo (mochila, portatil, chaqueta y bolso). Me gustaba aquel espacio vacío y, sobretodo, me gustaba la idea de hacerlo mío, de darle un toque personal, de decorarlo a mi gusto y poco a poco ir llenando ese vacío. No, no pude tirarme en la cama tal y como quería, porque el colchón estaba un poco sucio y debía antes ponerle las sábanas que llevaba en la maleta. Lo haría después de hacerle una visita al señor Roca, que tantas horas sin haber ido al baño ya eran suficientes y mi vejiga no aguantaba mucho más. Menos mal que tenía baño propio en mi habitación y no tenía que compartirlo con nadie. Entré. Era un baño de metro cuadrado en el que se apiñaba todo: lavabo, WC y ducha. No me dio tiempo casi a nada, todo ocurrió muy deprisa. Entré, me miré al espejo y vi un mosquito. Alcé un poco la vista y vi otros tantos más y de repente miré hacia el techo y lo que vi me hizo salir corriendo de allí y cerrar la puerta. Era una plaga de mosquitos! Cientos y cientos debía haber allí concentrados. Lo que me faltaba! No sólo no podía descansar un rato, sino que encima tenía que solucionarme un problema que no me había buscado. Corriendo subí al piso de arriba a buscar a Lucía y pedirle ayuda, pero las dos solas no podíamos hacer nada. Había demasiados y no teníamos insecticida ni nada parecido. Entre tanto alboroto conocí a mi primer compañero de piso, Hao, un chico chino que, para mi gran orgullo, trabajaba en Microsoft. El pobre chico se asomó y asustó al ver mi cuarto de baño, más sacado de la peli de Jumanji que de cualquier otro sitio. 

Bajé a pedir auxilio a la oficina, donde se rieron de mi desgracia, pues no creían que semejante cosa pudiera estar ocurriendo con tanta gravedad. Serían cuatro o cinco mosquitos, pensarían. Menos mal que un chico acudió en mi ayuda. Pagaría por ver de nuevo la cara de sorpresa que se le quedó al ver lo que estaba pasando, se quedó atónito y yo pensando que no estaba loca. Y permitidme que os diga que de todo en esta vida se aprende algo, tanto de lo bueno como de lo malo, porque yo en este caso aprendí algo: cómo decir "aspiradora" en inglés. Sí, sí, hablo en serio. La solución que me propuso este chico fue usar el "hoover". Yo no tenía ni idea de lo que significaba esa palabra, pero cuando me sacó la aspiradora del cuarto de limpieza mi cerebro hizo un pequeño hueco para incluir en la memoria esta nueva palabra que ya no se me olvida nunca. Es más, ahora que soy profesora de inglés, si algun día tuviera que enseñar esta palabra, mis alumnos no van a librarse de escuchar mi batallita. 
 
En fin, todo acabó cuando mi nuevo héroe aspiró casi todos los mosquitos. Recogí todas mis cosas y me las llevé al piso de arriba. Aquella primera noche dormiría con Lucía, pues no tenía otra que "fumigar" mi habitación entera y esperar hasta el día siguiente para ir a recoger los cadáveres de aquellos insectos y poder empezar a deshacer mi maleta, hacer la cama y, sobretodo, disfrutar de mi baño. 

Fue un curioso comienzo para una nueva etapa. Ahora lo recuerdo más bien como algo gracioso, pero creedme, en su momento a mí no me hizo ninguna gracia. Que mi primer paseo por aquel pueblo fuera para salir a comprar insecticida a toda prisa fue de todo menos agradable. A partir de ese momento se sucederían los días llenos de muchas más anécdotas que contar, pero eso lo dejo para otro momento. Hoy tan sólo quería traeros aquel primer día que pasé allí. Hay muchos otros días de los que no me acuerdo, pero este no se me olvida en la vida. A cada uno de los que estuvimos allí no se nos va a olvidar nunca ese primer contacto con el lugar o con la gente. Todos vivimos de forma diferente aquella primera vez, y a partir de entonces comenzamos a vivir un sinfin de cosas, pero esta vez juntos, cosas que cada uno contará a su manera, pero que todos compartimos y sentimos de igual manera. 

Hoy, 16 de septiembre de 2010, no podía sentirme de otra manera. Hoy, tres años después, no podía pensar en otra cosa. Hoy, sintiéndolo mucho, me llena la nostalgia. Hoy, que nuestras vidas han tomado rumbos diferentes, me acuerdo de vosotros y me acuerdo de todo aquello con más fuerza que nunca. Hoy, con todo el cariño del mundo, os dedico esta entrada.

martes, 13 de septiembre de 2011

Organización

Septiembre me está dando ahora el bofetón que necesitaba para volver a la realidad y dejarme de idílicas vacaciones de verano. Y es que toca bajar de las alturas y poner los pies en el suelo. Es tiempo de hacer papeleos, de matricularse en cursos y de ponerse manos a la obra para que no se nos pasen las fechas y podamos invertir bien nuestro tiempo de aquí en adelante. 

Mirando hoy cursos y talleres en la universidad en los que apuntarme he encontrando una amplia oferta y me ha tocado ir mirando horarios y fechas para ver si todo cuadraba. Además de lo visto hoy, mañana me toca matricularme en la Escuela Oficial de Idiomas porque quiero empezar a estudiar alemán. En definitiva, me he encontrado con miles de incompatibilidades en los horarios. He tenido que hacer malabares para intentar que todo casara, pero será a base de algún que otro sacrificio por mi parte. Hablo de cosas como empalmar dos clases en una misma tarde, de ir corriendo de una a otra para no faltar a nada. Un rollo. Y entre todo este caos de días, de cursos y demás me he visto en la obligación de conseguir una agenda donde poder apuntármelo todo. Ésta es mi nueva agenda para este curso escolar. Sencilla pero de gran utilidad. En fin, apuntaré ahora en ella que tengo que actualizar este blog esta semana y darle un poco de vidilla. 

Buenas noches!

PD. Releyendo lo que he escrito veo que mi estilo es malísimo. Perdonadme, es muy tarde y estoy cansada. Me voy a dormir!


martes, 6 de septiembre de 2011

Más Rabbids

Me entra la risa nada más empezar a escribir, pero es lo que hay: vuelvo a actualizar el blog con conejitos. Es que son taaaaaan monos los nuevos que he adquirido que no puedo resistirme a mostrarlos al mundo y presumir de ellos. Son 7 nuevos conejitos los que os voy a presentar a continuación.

Los dos primeros son de la colección de "Perdidos en el fútbol". Son un total de 9 figuras de las que ya tenía una, la del portero. En los sobres sorpresa que compré el otro día me salieron el jugador de Italia y, el mejor de todos, el árbitro. ¿A que son monísimos?


Los otros 5 rabbids son de la colección de "Perdidos por el tiempo", una colección que me tiene totalmente enamorada porque todas las figuras me parecen hilarantes y super originales. De los 5 sobres sorpresa me salió un conejito repetido, el indio al que se le está quemando la alfombra. Normal, ya tengo unos cuantos de la colección y cada vez me arriesgo más a que me salgan repetidos. 


El siguiente es uno de los egipcios, el que se está mirando al espejo en plan coqueto. Sospecho que es Cleopatra, pero no recuerdo ahora si hay otro de ella o era este. La cuestión es, ¿a que es adorable?


Los otros dos son de la época de Napoleón. Veis que uno de ellos es el propio Napoleón y el otro es un soldado. Geniales los dos, sobretodo el primero. Chillé de emoción al sacarlo del sobre sorpresa.


Y por último el mejor, uno que me tiene robado el corazón y se merece que le ponga dos fotos para que lo veais bien, una desde cada lado. Es de la época medieval, de la que sólo hay dos figuras. Una de ellas es esta, la de la dama. La otra, como podréis deducir es la del caballero que la corteja. Hacen una pareja monísima, pero de momento sólo la tengo a ella. A ver si un día consigo la otra.


En fin, estos son mis nuevos rabbids. Ya tengo unos cuantos muchos bastantes.... Todavía no los he puesto en la habitación puesto que sigo de "mudanza", pero en breve van a estar todos puestos por toda la habitación. Haré fotos de ello. Pues nada, eso es todo por ahora. 

A comentar!

El NO sueño de una noche de verano

Me he ido pronto a la cama a leer, con la esperanza de que pasado un rato los ojos me empezaran a pesar y sintiera el sueño caer sobre mí, pero no ha sido así. Tanto me he enfrascado en la lectura que el efecto ha sido el contrario, cada vez me sentía más despierta. Sin embargo, pasadas dos horas de lectura mi cuerpo no podía seguir tumbado allí en la cama y he sentido la necesidad de levantarme y hacer otra cosa. Ese estímulo inicial ha provocado que viniera a este blog y me pusiera a escribir. ¿Sobre qué? No sabía muy bien. Es más, sigo sin saber cómo va a continuar esto, pero aquí estoy, actualizando. Siento que tengáis que aguantar estos impulsos que me dan de vez en cuando, pero mi cuerpo ahora no está por la labor de hacer otra cosa.

Os contaré entonces, por ejemplo, qué estaba leyendo,  a ver si así estiro el hilo y sale algo instructivo en este post. En fin, el culpable de robarme el sueño es el primer volumen de Canción de Hielo y Fuego, de Juego de Tronos. No hace mucho estuve viendo la serie que estrenaron recientemente y tenía su aquel. Mejor dicho, tenía un algo muy grande y evidente que hizo que me interesara por leer los libros. Me hice con ellos este verano, pero el calor no me ha dejado leer hasta ahora. No podía leer dos páginas seguidas sin dormirme estrepitosamente, fuera la hora del día que fuera, mañana o noche. Ahora parece que el tiempo está bajando un poco sus temperaturas y regalándonos un poco más de aire fresco y se está mejor. Por eso ahora estoy leyendo Juego de Tronos. Me da rabia pensar en cómo he desperdiciado el verano en ese sentido. Yo siempre he sido de leer mucho, de devorar los libros uno tras otro, en ocasiones hasta 4 a la misma vez. Me preguntaban "¿qué haces en tu tiempo libre?" y yo contestaba orgullosa que la lectura me hipotecaba todo el tiempo. Ahora sin embargo intento evitar esa pregunta. Me gustaría responder que sigue siendo la lectura, pero no lo es. Desgraciadamente mi tiempo libre está absorbido por la redes sociales e internet en general y por la pereza de no hacer absolutamente nada. El tiempo en muchas ocasiones pasa haciendo destrozos en nosotros. Es algo que debo corregir, dedicarle más atención a cosas como leer, cosas constructivas. No estoy diciendo que internet sea pésimo para mí o que tenga que dejarlo, para nada. De hecho seguiré por aquí dando la lata, pero debería cambiar las pequeñas rutinas que vengo haciendo en su uso desde hace poco. Yo me entiendo lo que digo, frase socorrida donde las haya. El caso es que a ver si ahora que hemos cambiado el chip y con ello el mes... esperad, no, es al revés; ahora que hemos cambiado de mes y con ello el chip, a ver si me centro en las cosas importantes de la vida. El verano ha sido horrible por lo que venía diciendo antes, mucho calor que ha llevado a mucha holgazanería. Seguimos estando en verano, pero ya no de vacaciones. Menos mal que eso ha venido de la mano de un cambio de temperatura inesperado y por lo menos yo me veo cambiando de mentalidad tan radicalmente como el tiempo. Todo este rollo era porque a partir de ya me he puesto las pilas y estoy reaccionando. No sé cuánto  pasará para que me vuelvan a llamar de la bolsa de trabajo, mientras tanto estoy aprovechando el tiempo de la forma más saludable posible. Estoy empezando a leer lo que no he podido en estos dos meses; es un gran paso. 

Dejando de lado los lamentos sobre lo que he hecho con mi vida estos meses de vacaciones, vuelvo al tema de la lectura. De Juego de Tronos sólo añadiré que me está pareciendo maravilloso, muy ameno y adictivo. Recomiendo el libro encarecidamente. Y recomiendo también la serie de televisión que han hecho y muy lograda, por cierto. Pasando ahora a otros libros, he estado entretenida últimamente con 1Q84 de Haruki Murakami. A este señor lo descubrí el año pasado tras leer una reseña de uno de sus libros en un blog. La novela en cuestión era El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas. Tan bien hablaban del libro que acabé por comprármelo por pura curiosidad. Su título ya prevenía de que aquella historia no iba a ser como la de cualquier bestseller pues era bastante largo, intrigante e incluso retorcido. Tras su lectura comprobé lo que sospechaba, que aquél no era un libro como cualquier otro y que este señor, Murakami, no era un escritor convencional. Tenía algo diferente. Desde entonces me he hecho con varias de  sus obras, aunque sólo he leído la ya antes mencionada y luego empecé con 1Q84, libro que aun no he terminado. Con éste último estoy experimentando las mismas sensaciones que con el primero, esa certeza de que no es una historia común, de que algo extraño va a suceder. Como véis, no he leído mucho aun de sus obras, pero puedo atreverme con todo el descaro del mundo a recomendar una y otra vez a este autor a todo aquel que me pregunte qué leer. Murakami, quedaos con el nombre y en cuanto vayáis a una librería comprad alguno de sus libros, el que sea, porque seguro que os va a encantar. Al margen de este autor, no hay nada más que haya podido ojear este verano en cuanto a literatura se refiere. Me gustaría, ya que estoy animada, hablaros de otros autores que me gustan de siempre o títulos interesantes que haya leído alguna vez, pero estoy un tanto incómoda mientras escribo todo esto con el portátil y no quiero pasarme otra media hora más escribiendo así, que mi espalda se resiente. Por ello, dejo este monólogo literario aparcado para volver a él  en otro momento. 

¡Ay, Septiembre! Ayúdame a retomar los buenos hábitos. Quiero leer, quiero escribir, quiero pasear por la calle sin ahogarme de calor al dar dos pasos, quiero volver a la rutina del trabajo, quiero estar tranquila y relajada, no estresada y acalorada. En fin, si véis que escribo por aquí más a menudo será buena señal de cambio. Y hasta aquí alcanza mi insomnia en esta noche. Creo que después de esto me voy ya a la cama. ¡Hasta pronto!